Primer Año del Brexit

 Primer Año del Brexit


Hace ya un año desde que el Brexit se hizo efectivo y se firmó el Acuerdo de Comercio y Cooperación suscrito por Londres y Bruselas en la Nochebuena del 2019, algo que parecía complicado hace solo cinco años.

Doce meses en los que la relación entre el Reino Unido y Europa se ha transformado y en el que aun hay muchos flecos sueltos que seguirán generando problemas y una gran presión a las relaciones entre ambos durante el 2022.

Desde el 1 de enero se empiezan a aplicar nuevos controles aduaneros en los que las empresas británicas tendrán que declarar en frontera todas las mercancías que importen de la UE y además de realizar más trámites para evitar aranceles y obtener una tasa reducida para alimentos, bebidas y productos de origen animal. A los problemas arancelarios se le unen también nuevos requerimientos fiscales asociados a la sujeción de los intercambios comerciales en cuanto a IVA. Toso esto puede provocar aún más retrasos de los que estamos viendo en las cadenas de suministros, roturas en el stock y falta de provisiones en las cadenas de montaje y abastecimiento de las empresas.

En el 2021 el Gobierno del Reino Unido aplazó sucesivamente la puesta en marcha de estos nuevos trámites, para así dar más tiempo a los empresarios para prepararse. Sin embargo, sus representantes empresariales avisaron que apenas el 25 % de los pequeños comerciantes y exportadores estaban listos para afrontar los cambios, lo que generará graves problemas. La misma situación se dará con los empresarios y transportistas comunitarios ya que a ellos también les afectan estos controles.

A eso habrá que unirle a la gestión de 250 millones de declaraciones aduaneras, frente a los 48 millones que venía tramitando año a año que la agencia tributaria del Reino Unido (HMRC) tendrá que gestionar ahora, lo que podrá generar nuevos retrasos en el tráfico de mercancías entre las dos regiones.

Asuntos pendientes

El Protocolo de Irlanda del Norte seguirá dando problemas y será tema de intenso debate en las negociaciones entre Bruselas y Londres, especialmente por las implicaciones políticas que pueden generar al Gobierno de Londres en la región.

El Protocolo de Irlanda, un tratado internacional adjunto al Acuerdo de Comercio y Cooperación, y con la misma fuerza vinculante, fue la fórmula que permitió el acuerdo final del Brexit. Al salirse del mercado interior de la UE, la frontera terrestre entre el Reino Unido y la Unión Europea era la separación entre la República de Irlanda (socio comunitario) e Irlanda del Norte (territorio británico). Para preservar esa estabilidad, Londres y Bruselas acordaron que el control aduanero se establecería en el mar de Irlanda, y que Irlanda del Norte, de facto, seguiría formando parte del mercado interior de la UE.

El cambio de interlocutor en las filas británicas, tras la renuncia de David Frost, por la ministra de Exteriores, Liz Truss, con una posición más dura, aumentara la confrontación entre ambos lados de la mesa y crecerán las amenazas de no aplicación del acuerdo, lo que podría llevar a «colapsar» las conversaciones y desatar una guerra comercial.

Por otro lado, del asunto norirlandés dependen también otros asuntos como la participación en el programa Horizon, valorado en 80.000 millones de euros; un posible acuerdo migratorio y de asilo; o cuestiones más triviales como el reconocimiento por parte de la UE de las insignias británicas de coches para discapacitados.

El tema de Gibraltar tampoco está cerrado solo suspendida in extremis tras el acuerdo de fin del año del 2019 que permitió que siguiera en el espacio Schengen. Sin embargo, dicho pacto prevé el desarrollo de un mecanismo para asegurar el libre tránsito de personas y mercancías. y la demolición de la verja que divide a la colonia británica de España, dos asuntos que quedan por resolver y para los que la ministra de Exteriores británica, Truss, ha puesto el mes de marzo con plazo para resolverlos.  

El conflicto sobre la pesca parece que no estará en la agenda de asuntos por resolver para el 2022 ya que desde el pasado 10 de diciembre, el Reino Unido y la Unión Europea pactaron la cuota de capturas para este año, además de dar 23 licencias más a pescadores franceses, con lo que se quiere cerrar el conflicto por ahora.

Otro de los problemas son los importantes cambios en la movilidad de personas y la contratación de trabajadores de las dos regiones. Desde el mes de noviembre, los ciudadanos europeos deben llevar consigo su pasaporte para poder entrar en el país británico, además de todos los trámites aparejados a la pandemia. Asimismo, las empresas deben obtener autorizaciones y visados para los profesionales altamente cualificados que sean británicos, o europeos en el Reino Unido. En España, por ejemplo, las compañías españolas que quieren contratar británicos deben obtener la documentación oficial con la legislación aplicable en materia de Seguridad Social, cuya expedición por las autoridades en Reino Unido se dilata varias semanas, incluso meses. Es un reto importante reducir la burocracia y el buscar soluciones que faciliten y agilicen el transito de personas entre ambos lados del Canal.

Nuevas oportunidades para el Reino Unido

A pesar de todo ello, el primer ministro británico, Boris Johnson, necesita sacar rédito político a las oportunidades de la separación con la UE y demostrar que no todo son problemas para las empresas y ciudadanos del Reino Unido, prometiendo avanzar en el 2022 «más y más rápido» para aprovechar «el enorme potencial» que ofrece la salida británica del bloque europeo.

En el mes de diciembre Reino Unido y Australia cerraron un acuerdo de libre comercio que podría generar 13,000 millones de dólares más en intercambios comerciales al año, según informó el gobierno británico, que describe el acuerdo como "una puerta de entrada a la zona del Indopacífico, que está creciendo rápido, y puede impulsar nuestra oferta de unirnos al CPTPP", el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, uno de los acuerdos de libre comercio más grandes del mundo.

A esto se unen las conversaciones con la India para cerrar nuevos acuerdos comerciales, el comienzo a principios de octubre las negociaciones para un tratado de libre comercio con seis países árabes del Golfo y la apuesta de reforzar sus relaciones con Estados Unidos, aunque de momento no ha tenido promesas de Washington.

Antes de ser primer ministro, Boris Johnson prometió que el Brexit permitiría construir una "Gran Bretaña global" que se convertiría en una potencia comercial gracias a mejores acuerdos.  Sus problemas internos le están obligando a acelerar su agenda para que se convierta en una realidad cuanto antes.




Comentarios

  1. ¡¡¡ ay ese ombligismo inglés y sus aires de superioridad!!!!

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  2. Interesante post sobre un tema que será de actualidad este año.

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  3. Cierto que es un tema de mucho calado.Las promesas de Boris Yhonson no se están viendo reflejadas por los continuos obstáculos que van apareciendo y que los ciudadanos confunden Brexit con Covid.

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  4. Concienzudo artículo, en los próximos años podremos valorar el coste de ka implantación del brexit

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  5. Será la decisión correcta??? Habra vuelta atrás???? Quien saldrá ganando? El tiempo lo dirá .....

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